REESCRIBIR LA HISTORIA (2)
“Ahí estaba él…Uno de los más honestos, radicales
y queridos revolucionarios de México”. (1)
La historia oficial está impregnada de pinceladas, algunas veces con brocha gorda, como para evitar que pueda escudriñarse en ella sobre contradicciones habidas entre los explotados y los explotadores, para, de esta manera, presentarla ante los ojos de los educandos como un pasaje donde, a pesar de los pesares, han podido convivir armónicamente estos dos entes antagónicos.
Esta es la razón principal por la que los historiadores oficiales presentan en los libros de texto a dos personajes tan diferentes entre sí, y con unos intereses completamente contrarios, como dos héroes de la Revolución Mexicana, ambos enterrados en el Monumento a la Revolución, sepultados bajo toneladas de concreto como para impedir que, en el otro mundo, sigan peleando.
Me refiero a Venustiano Carranza y a Emiliano Zapata. El primero, hijo de terratenientes en el Estado de Coahuila, quién se metió a la lucha para impedir que sus intereses de clase fueran atacados. El segundo, indio suriano del Estado de Morelos, quien entró a la revolución para luchar por el derecho de los campesinos a poseer la tierra..
Siendo presidente Carranza, se promulgó la Constitución de 1917, en la cual se estipulaba el reparto agrario, a pesar de eso, Venustiano, no lo llevó a cabo. Más aún, continuó atacando a Zapata y llevó a cabo la política de “tierra arrasada” (2) para infundir temor entre la población que apoyaba a Miliano y terminar con ese bandolero, causante de inestabilidad por esos lugares. Así se le decía y se le sigue diciendo a todo acto de defensa de derechos de los pobres. Uno de tantos eufemismos creados por los voceros del estado.
-“¿No creé que ya llevan suficiente tiempo peleando? ¿Qué ya se derramó mucha sangre, qué hay demasiados muertos?”.
Zapata miró fijamente a Baird. Dijo como hablando para si mismo:
-“Por eso tenemos que seguir, amigo. No podemos traicionar a los muertos y pactar con los traidores”. (3)
Así vivió el gran Miliano intransigente, inclaudicable en su lucha por el reparto agrario. Su proceder consecuente, fue un mal ejemplo para el resto del país, ya que no sólo difundió su “Plan de Ayala”(4) sino que llevó a la práctica el reparto agrario en Morelos y lo extendió a partes de Guerrero, Michoacán, Puebla y Jalisco(5). Por la fuerza de la razón y las armas tomó la justicia en sus manos y la aplicó.
“En México dicen que hay una batalla entre pobres y ricos y eso es verdad. Un mexicano me dijo:
-Carranza no podrá doblegar a Zapata.
-¿Por qué?
-Zapata se transformó en una figura nacional y tiene apoyo en todos lados. Ya no es sólo Morelos el que lucha.
-Pero la guerra importante es en Morelos.
-Se extenderá a todo el país y tendrá la misma bandera que en Morelos.
-¿Cuál?.
-La tierra.
-¿Y qué sucederá?
-Tendremos una nueva revolución. Quizá la definitiva.
-¿Y Zapata conducirá esa revolución?.
-Zapata, Villa y otros más. (6)
En abril de 1919, Carranza, agotadas todas sus posibilidades de acabar con Zapata, por medio del ejército, decidió, mediante una vil traición, asesinarlo.
Y tranquilo se dirige
a la hacienda con su escolta;
los traidores le disparan
por la espalda a quemarropa.(7)
En el Centenario de la Revolución, finalmente Carranza se erige como vencedor. De la obra de Zapata, ya no queda rastro. Salinas de Gortari, en su gobierno, decretó el termino del reparto agrario; con la firma del Tratado de Libre Comercio los ejidos quedaron en el más completo abandono (precios de garantía, apoyos a los ejidos, desaparecieron); la acumulación de la tierra en pocas manos está volviéndose otra vez práctica cotidiana. También, la clase en el poder se ha definido a favor de Venustiano, ya no quedan dudas. ¿No lo creé? Entonces ¿Por qué ese ensañamiento con los que en el presente han enarbolado la bandera del Zapatismo? ¿Por qué aplicar todo el rigor de la ley, vejar y refundir a unos campesinos en cárceles de máxima seguridad, con penas de arriba de los cien años, cuando su único delito ha sido haber aprendido muy bien la historia del Zapatismo (la defensa de la tierra)?
También nosotros estamos obligados a definirnos, y espero que, como “gentes pensantes, no nos situemos en el bando de los verdugos”(8). Los educadores, historiadores, luchadores sociales y el pueblo en general, tenemos el compromiso de reescribir la historia, pero desde la óptica de los que han luchado por forjar un mundo donde Todos puedan vivir más dignamente. Ésta, nuestra historia, debe ser clara y precisa, sin ambigüedades, para que las luchas, en ella escritas, recuperen la memoria colectiva, para que las lecciones no se pierdan y para no tener que empezar cada nueva lucha a partir de cero.
-“Cuan descarado es Carranza”. Dijo Villa.
-“Siempre lo dije-explotó Zapata-les dije lo mismo, ese Carranza es un canalla”. (9)
“Esta tierra, este mundo es nuestro.” Emiliano Zapata.
“Si Zapata viviera, con los de Atenco preso estuviera”. Consigna anónima.
Profesor Normalista Rural Antonio Ávila Rosas. Febrero del 2010.
BIBLIOGRAFÍA
1) Extracto de la entrevista que concedió Emiliano Zapata al periodista inglés Henry Baird. Incluida en el libro “Vida, pasión y muerte de Emiliano Zapata” del autor Ettore Pierri. Editorial: Editores Mexicanos Unidos. pp.18
2) Consistió en llevar a cabo fusilamientos masivos deportaciones , recluir al enemigo en campos de concentración y la quema de los pueblos simpatizantes del Zapatismo.
3) Extracto de la entrevista que concedió Emiliano Zapata al…pp. 18
4) Plan libertador de los hijos del estado de Morelos… Proclamado en Villa de Ayala el 28 de noviembre de 1911.
5) “Vida, pasión y muerte de Emiliano Zapata” Autor: Ettore Pierri. Editores Unidos Mexicanos. Pp. 169.
6) Entrevista realizada por el periodista James W. Finney y que fue publicada en una revista norteamericana. “Vida pasión y muerte…” pp. 182.
7) “La muerte de Emiliano Zapata” Corrido popular mexicano, extracto.
8) Frase de Howard Zinn. Escritor e historiador estadounidense fallecido a finales del mes de enero del 2010.
9) Crónica de John Womack sobre el encuentro entre Zapata y Villa en Xochimilco el 4 de diciembre de 1914.
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